Minería en Colombia: Un asunto social que va más allá de la legalidad y la protección del medio ambiente. 

Hace algunos días tuve la oportunidad de ser invitado a observar la ejecución de un proyecto orientado a beneficiar a mineros artesanales en un municipio de Antioquia mediante el desarrollo de capacidades comerciales y organizativas para sacar adelante proyectos productivos asociados al sector, que son diferentes al desarrollo de la minería en condiciones de informalidad.

Una de las primeras cosas que me sorprendió, fue ver hombres y mujeres de edad avanzada, con la piel curtida por el sol y por la ardua labor que realizan en el rio, pero que buscan nuevas y mejores oportunidades para mejorar su calidad de vida.  Casi todos ellos y ellas cuentan con poca formación académica y desde temprana edad encontraron en las extenuantes jornadas de barequeo, una posibilidad de obtener dinero para hacerle frente a la vida, así, en la informalidad, sin seguros médicos, sin grandes posibilidades de desarrollo profesional o personal, en condiciones climáticas duras, con la carga de estigmatización social por el impacto de su labor en el medio ambiente (como si no fuera suficiente el alto precio que ellas y ellos ya pagan con los problemas de salud que adquieren en el corto, mediano y largo plazo, a causa del impacto de sustancias químicas como el mercurio), con las dinámicas de la competencia propia del rebusque y el trabajo con personas conocidas y desconocidas de su región o de otras regiones con las que en ocasiones se presentan problemas difíciles en materia de convivencia, con la presión de grupos armados ilegales y bandas criminales que les cobran renta, entre otros problemas. Realmente no son como los describen algunas personas, para quienes solo son seres egoístas que buscan su propio beneficio a costa de las afectaciones a la naturaleza, en realidad este es un tema complejo que debe ser abordado de manera multidisciplinar para poder generar soluciones en las que ganemos todos.

Ver esto, sin lugar a dudas me llevo a re-dimensionar la importancia de que nuestro país avance en la construcción de mejores dinámicas de desarrollo económico, para que todos podamos encontrar oportunidades de progreso en todo el territorio nacional. Para ello se requiere del compromiso de todos los poderes y a todos los niveles, al igual que la participación aún más decidida del sector privado, de la acadamia, las cámaras de comercio, y de los grupos de interés que abanderan causas ambientales, sociales, de derechos humanos, o cualquier otra causa orientada a beneficiar el interés colectivo.

Para comprender la magnitud del daño que hace la falta de mejores condiciones de desarrollo, una pregunta que creo que todos deberíamos plantearnos y obviamente, tratar de responder es la siguiente:

Si en los entornos urbanos vemos como día a día millones de personas buscan su sustento en condiciones precarias desde la informalidad, ¿se imaginan lo que ocurre en las áreas rurales y los territorios mas apartados de nuestro país? 

Una buena estrategia sería que las grandes empresas que tienen la capacidad para obtener títulos mineros, adelanten programas ambiciosos en materia de responsabilidad social con la comunidad donde operan, dando especial énfasis al apoyo para la generación de competencias de quienes realizan de manera precaria labores que ellos realizan mediante procesos industriales mejor estructurados. También seria valioso que pudieran vincular a las y los mineros informales de alguna manera en su cadena de valor, generando posibilidades de asociatividad con las personas que se encuentran en una condición más vulnerable dentro del sector.

Pensar que el progreso y el desarrollo económico es un asunto al que cada quien debe dar respuesta de manera individual, al estilo de “sálvese quien pueda”, nos aleja de la construcción de una sociedad realmente democrática, en la cual todas las personas puedan encontrar oportunidades de progreso a partir de sus capacidades, intereses, anhelos, y obviamente el trabajo duro, pero desarrollado de manera inteligente, con apoyo mediante la formación técnica y profesional, al igual que mediante programas de apoyo técnico, económico, legal, etc, para el desarrollo de proyectos de emprendimiento.

Para esto se necesita hacer del desarrollo económico un asunto de interés de Estado, y de la unidad de propósito por parte de los actores mencionados anteriormente, para así poder llegar a cada municipio y lugar del territorio nacional y brindar oportunidades de progreso real, que le cierren las puertas a las actividades ilegales, a la pobreza, a la desesperanza, al abandono, y a los discursos de ambientalismo radical en los que se prioriza el medio ambiente mientras se olvida al ser humano.