El cuidado y mejoramiento de los bienes privados y de uso público que hacen parte de nuestros espacios de vivienda y convivencia ciudadana son responsabilidad de toda la ciudadanía. Vivimos en entornos urbanos en los cuales el medio ambiente cobra especial importancia, por lo cual, omitir las normas de higiene, cuidado y mantenimiento de nuestros barrios, calles, avenidas, ríos, alumbrado y demás elementos que componen nuestro hábitat genera condiciones de inseguridad, insalubridad y abandono, promoviendo un ciclo de deterioro que afecta de múltiples formas nuestra calidad de vida.
El abandono de fachadas, los botaderos de escombros, basuras dispersas, heces fecales en los parques y en las calles, entre otras incivilidades deterioran nuestro entorno y consolidan condiciones de pérdida de valor, de apropiación y aprovechamiento de nuestros espacios, en definitiva se convierten en entornos empobrecedores, que nos hacen perder la posibilidad de disfrutar nuestra ciudad.
El proceso de recuperación de los entornos urbanos deteriorados es demasiado lento, es difícil recuperar la imagen de lugares en los que se percibe la ausencia de condiciones favorables para convivir y generar riqueza. Los espacios abandonados se convierten en tierra fértil para la delincuencia, la cual tiende a monopolizar todas la prácticas ilegales en los espacios urbanos que dejan de ser lugares aptos para el desarrollo humano y pasan a ser teatro de operaciones de la criminalidad. La solución a esta problemática está en la apropiación positiva del lugar donde vivimos, para no permitir que se desvalorice, se destruya y genere entornos que anulen la sana convivencia.
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