Los 5 principales retos, para pasar del discurso progresista a las acciones concretas en materia de inclusión, diversidad, equidad de género, y protección de las mujeres

En un mundo marcado por el relativismo moral, y el crecimiento de múltiples conflictos marcados por antagonismos de clase, sexos, religiosos, históricos, etc. Y en medio de tantas turbulencias políticas en escenarios locales, e internacionales, surge el discurso progresista como una medusa con múltiples cabezas y se planeta como un discurso capaz de dar respuesta a anhelos ciudadanos en materia de inclusión, diversidad, equidad de género, y protección de las mujeres.

Pero ¿es realmente la agenda progresista la solución a estos problemas?, ¿alguien entiende de manera clara estos discursos propios del progresismo?, ¿sabemos claramente quien gana y quien pierde con esta agenda?, ¿puede el progresismo representar las causas de las mujeres, de los hombres, de las personas con discapacidad, de los grupos étnicos, de las personas con diferentes orientaciones sexuales?, ¿Cuáles serían los objetivos de corto, mediano y largo plazo, que persiguen quienes lideran e impulsan esta agenda?, ¿son conscientes de lo que hacen los colonos mentales que la promueven en los países subdesarrollados?… Dar respuesta a estas preguntas es una tarea que requiere de nuestro rigor, y nuestro compromiso, pero excede con mucho el objetivo de este artículo.

A continuación, presentaremos de manera muy breve, los 5 principales retos, para pasar del discurso progresista a las acciones concretas en materia de inclusión, diversidad, equidad de género, y protección de las mujeres, tanto en la construcción de políticas públicas, como institucionales y corporativas, algo muy necesario en un momento en que muchas personas con liderazgo y empresas buscan contribuir con la inclusión, la diversidad, y la igualdad.

Reto número 1: Del discurso a la implementación de acciones concretas en las políticas, los sistemas de gestión y modelos estándar de control interno:

Si hay algo que caracteriza el discurso progresista es su vaguedad, falta de precisión conceptual, el discurso de odio, y por, sobre todo, la falta de propuestas constructivas que apunten al beneficio de todos. Menos aún, atienden al criterio de acción sin daño. De allí, que muchos de estos temas relacionados con la inclusión, diversidad, equidad de género, y protección de las mujeres, carezcan de muchos ejemplos de buenas prácticas a nivel institucional y corporativo, ya que se requiere de conocimiento y experticia para construir puentes entre los discursos grandilocuentes y las realidades institucionales, aterrizadas en políticas institucionales y las diferentes herramientas de los sistemas de gestión, con las cuales se podría lograr su materialización.

Además, al ser temáticas que se abordan de manera recurrente en medios de comunicación y en diálogos políticos, todas las personas se forjan una opinión al respecto, y muchas de estas personas al interior de las empresas o instituciones, son los encargados de las oficinas de talento humano, quienes a su manera y con sus capacidades asumen el reto de implementar estas acciones, aunque carezcan de una formación rigurosa a nivel académico en la materia, y tampoco cuenten con la experiencia que se requiere para este tipo de trabajo, por lo cual muchas veces se adelantan estas acciones como un simple lavado de cara institucional, mediante una lista de chequeo que les permite mostrar una política, una guía o cualquier cosa, sin que realmente se haya trabajado por una cultura institucional o corporativa que realmente atienda a las expectativas de estas temáticas.

Estos niveles de riesgo que se asumen al implementar acciones institucionales por parte de personas inexpertas es muy común en áreas del conocimiento de las humanidades y las ciencias sociales, ya que en esto hay mucho sabelotodo que dice: “yo lo hago”, aunque lo haga mal, algo que no pasaría con temas financieros, contables, o de seguridad de la información, por mencionar algunos ejemplos en los cuales nadie correría el riesgo de dejar estos temas en las manos de empleados o directivos que lo único que tienen es entusiasmo, pero no conocimiento.

 

Reto número 2: Diversidad, equidad, e inclusión, son términos que engloban muchas realidades que requieren un trabajo especializado para cada grupo poblacional o temáticas específicas:

Detrás de las estridencias del activismo radical, hay sub-grupos con intereses legítimos para mejorar sus condiciones de vida, y entre ellos, uno de los más importantes, y paradójicamente, más invisibilizados son las mujeres y las niñas, quienes quedan cubiertas en la sombrilla de la “igualdad”, mientras se dejan de lado las acciones orientadas a prevenir y contener los problemas que las aquejan en el día a día, como la falta de oportunidades, las múltiples violencias a nivel laboral, de convivencia ciudadana, e intrafamiliar. O grupos como las personas en condición de algún tipo de discapacidad, a quienes no se ayuda con acciones concretas de inclusión, pensando que todo el discurso se agota en el uso de un lenguaje en el que no falten ellos y ellas…

Entender a cada grupo, y cada causa, nos puede ayudar a comprender la grotesca instrumentalización de los grupos indígenas, quienes son instrumentalizados y se ofrecen como mercenarios de la protesta social para llenar plazas y escenarios en beneficio de políticos oportunistas, que los utilizan como payasos en una fiesta infantil, para defender causas que trascienden las lógicas de la jurisdicción indígena y su consabida cosmovisión ancestral.

Comprender de manera precisa las necesidades de las personas que pertenecen a los diferentes grupos, y las características de cada temática y cada uno de los diferentes territorios, nos puede ayudar a trabajar de manera acertada e identificar a quienes detrás de las banderas de la igualdad, la justicia, la diversidad y la inclusión, solo promueven agendas políticas perversas en beneficio de pocos. Pero por sobre todo, esa claridad nos puede ayudar a trabajar de manera adecuada por mejorar la calidad de vida de todas las personas.

Reto número 3: Contener el daño que hace la carga ideológica del activismo radical:

Para nadie es un secreto que nos encontramos en un momento de la historia en el que el activismo LGBTI es muy fuerte a nivel político, jurídico, mediático y cultural. Impulsan sus agendas en múltiples escenarios, incluyendo a otros grupos poblacionales e instituciones para que favorezcan su narrativa, incluso han buscado hacer de la vida de los niños y las niñas un campo de batalla, o un botín en esta guerra ideológica contra los valores conservadores, la familia y los valores tradicionales. También cancelan a cualquier persona que se muestre contraria a sus intereses, aún si forma parte de su comunidad, pero no comparte sus valores y objetivos. Esto, ha generado un repudio generalizado que le cierra espacios a las acciones concretas en materia de inclusión, diversidad, equidad de género, y protección de las mujeres, ya que muchas personas se confunden y asocian la diversidad y la inclusión con la agenda progresista LGTBI.

La clave para evitar esta generalización y estigmatización está en poder identificar los múltiples grupos poblacionales y problemáticas que demandan de mejores condiciones y del compromiso de todos, sacándolos de estos discursos globalizantes, en los que los activistas radicales del progresismo mundial los involucran discursivamente para obtener mayorías, apoyo y beneficios políticos.

Reto número 4: La promoción de conflicto entre sexos y el abandono de mejores condiciones para los hombres como consecuencia de la estigmatización:

Prácticamente en todas las acciones en pro de la diversidad, la igualdad y la equidad, se asume que los hombres heterosexuales viven en el país de las maravillas y no necesitan de quien trabaje por su bienestar. El radicalismo progresista ha llevado a entender al hombre blanco o mestizo, de clase media y de pensamiento tradicional como el responsable de todas las desgracias modernas, e incluso se ha hecho común el discurso de odio contra el hombre, fundamentado en una supuesta “deuda histórica”, que justifica la exclusión de los hombres de los programas, proyectos y políticas que puedan beneficiarlos y atender los problemas que más nos afectan: alcoholismo, drogadicción, violencia psicológica, la falta de desarrollo de habilidades sociales e inteligencia emocional, la falta de oportunidades de desarrollo profesional como consecuencia de las acciones afirmativas que hacen que en muchos lugares solo se contrate a personas LGBTI, entre otros. 

Cualquier política decente y bien intencionada, en materia de igualdad, equidad, diversidad, inclusión, o cualquier otra temática propia de este abanico progresista, debe incluir a los hombres, bien sea como población beneficiaria, o desde una perspectiva lógica de corresponsabilidad en la que se asuma que la solución a los problemas públicos es un asunto de todos.

Es necesario acabar con estas propuestas ideológicas que buscan la división entre hombres y mujeres, para sembrar un odio cuyos frutos los recogen los grupos progresistas radicales de la comunidad LGTBI, los partidos y movimientos de izquierda radical.

Reto número 5: Copiar de manera irreflexiva conceptos de la agenda global en la realidad nacional: esta es la receta para el fracaso

Prácticamente todo el desarrollo académico, jurisprudencial y doctrinario propuesto por las temáticas que engloba el progresismo provienen de Europa y los Estados Unidos. Aquí en Latinoamérica, los pseudo-intelectuales de izquierda radical, han impulsado la adopción de medidas similares desde un activismo propio de colonias mentales que poco o nada reflexionan sobre la particularidad de nuestros problemas, sus causas y posibles alternativas de solución.

Hoy, tanto Europa, como los Estados Unidos sufren de múltiples problemas derivados de esta adecuación de sus ordenamientos jurídicos a la agenda progresista internacional. Ese afán por asumir posturas políticamente correctas los tienen con espirales de violencia crecientes por el multiculturalismo mal permitido y mal entendido. Actualmente, como consecuencia de las malas decisiones de los líderes de las potencias mundiales, sus poblaciones sufren asesinatos, violencia en escenarios de convivencia ciudadana, escolar, intrafamiliar, a lo que se suma la violencia derivada de la delincuencia, entre otros problemas. En Colombia nos podemos hacer una idea de estos problemas como consecuencia de la migración venezolana, que no fue controlada, y que no cuenta con políticas de cooperación binacional para la identificación de personas que cometen crímenes. Tampoco hay información detallada de los migrantes para poder hacer políticas públicas adecuadas tanto para los colombianos, como para las personas que buscan sacar adelante sus proyectos de vida huyendo del totalitarismo, la violencia y la pérdida de la democracia como consecuencia del chavismo.

Así las cosas, extrapolar o traer recetas construidas en otros lugares, para aplicarlas en nuestro país es uno de los más grandes errores que cometemos. Continuar siendo colonias mentales de las potencias mundiales es lo que nos ha mantenido en espirales de violencia y subdesarrollo, no solo desde el ámbito económico, sino más importante aún, desde el ámbito de DESARROLLO HUMANO.

Para concluir, quiero destacar la importancia de buscar conocimiento experto para implementar acciones en materia de inclusión, diversidad, equidad de género, y protección de las mujeres. Todas las personas pueden tener una opinión al respecto, pero no todas pueden ni deben implementar unas acciones tan importantes para el devenir de la sociedad, las instituciones y las empresas.

Los invitamos a conocer nuestro portafolio de servicios en: 

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PD: y para quienes crean que el escritor de este artículo tiene algo en contra de la población LGBTI, aquí les dejo una de mis fotos en la marcha de la diversidad en Bogotá D.C. en 2023, donde acompañe a una colega responsable del equipo de diversidad e inclusión en una firma multinacional que opera en nuestro país.